Explora el paralelismo en la poesía a través de impactantes ejemplos

En el jardín del alma,
florecen los recuerdos
como rosas marchitas.
Se deslizan como hojas
de otoño en el viento.

Bajo la luz de la luna,
sollozos en la noche,
ecos de un pasado
que se desvanece lentamente
entre sombras y susurros.

En cada paso, una huella,
un camino que se desdibuja.
El tiempo, implacable,
borra lo vivido,
dejando solo un rastro.

El silencio me habla
en susurros de nostalgia,
recordándome que el amor
fue una canción lejana
que se perdió en el eco del olvido.

Bajo el cielo estrellado,
los sueños se despliegan
como alas de mariposa,
danzando en la oscuridad
hasta fundirse con la aurora.

En el rincón del corazón,
se esconden secretos
que solo el tiempo descifra,
palabras no dichas,
sentimientos silenciados.

La noche se viste de luto,
las estrellas lloran
en un cielo oscuro y sereno,
mientras el recuerdo
se desvanece en el tiempo.

En el vaivén de las olas,
se pierden los besos
que una vez fueron eternos,
el mar guarda en sus profundidades
los susurros de un amor perdido.

Entre las sombras del atardecer,
se esconde la melancolía,
un eco lejano de un amor
que se desvaneció en el ocaso
de un sueño inconcluso.

En la penumbra de la noche,
se dibuja un rostro ausente,
una presencia que se desvanece
entre sombras y suspiros,
como un eco en la memoria.

En cada latido del corazón,
resuenan los ecos del pasado,
cicatrices que nunca sanan,
heridas que sangran en silencio
bajo la armadura de la piel.

En la danza de las llamas,
arde el fuego de la pasión,
un amor que consume
como el sol en el horizonte,
dejando cenizas en su camino.

En el susurro del viento,
se escuchan palabras mudas,
confesiones que nunca llegaron,
promesas que se perdieron
en el eco de la distancia.

Bajo el manto estrellado,
se esconden los anhelos
de un corazón solitario,
que busca en la inmensidad del cielo
un destello de esperanza.